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Ponferrada es un municipio y ciudad de España, capital de la comarca del Bierzo de la Provincia de León, comunidad autónoma de Castilla y León. Está situada en la confluencia de los ríos Sil y Boeza. Tiene una población de 65228 habitantes4, lo que la convierte en la ciudad no capital de provincia más grande de Castilla y León, y siendo asimismo la segunda ciudad en importancia de la provincia con un área metropolitana de 90 892 habitantes.
Aunque existen indicios de poblamiento tanto en el Neolítico (en las orillas del Sil), como en la Edad del Hierro y en la época romana, no es hasta el siglo XI cuando tenemos constancia documental. Es al final de ese siglo cuando el obispo Osmundo de Astorga ordena la construcción de un puente, en torno al año 1082, con la colaboración del rey Alfonso VI de León, para facilitar el tránsito de los peregrinos del Camino de Santiago, debido a las dificultades que suponía el paso del río Sil en el anterior paso, a la altura del actual barrio de Compostilla. Este nuevo puente se reforzó con hierro, y esta circunstancia dio nombre, posteriormente, a la población que creció en sus alrededores, a las orillas del río Sil. Otra teoría sobre el nombre de Ponferrada proviene igualmente de Pons Ferrata pero con la traducción de puente fortificado.
Al poco se fundó la Iglesia de San Pedro, en el año 1086 y a su alrededor surgió "La Puebla de San Pedro" que es como se llamó primeramente a Ponferrada, para pasar a denominarse poco después Ponte Ferrato.
En el año 1180 el rey leonés Fernando II concedió a la villa los primeros fueros, siendo donada posteriormente a la Orden del Temple por el rey Alfonso IX de León. En este sentido, las crónicas cuentan que los primeros templarios que llegaron a Ponferrada lo hicieron con el maestre Guido de Garda a la cabeza, siendo Fray Helías el primer comendador de Ponferrada. Asimismo, la tradición ha atribuido diversas hazañas a los templarios en la localidad, entre las que destaca la del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Encina, en torno al año 1200, en el hueco de una encina. No obstante, la disolución de dicha Orden a inicios del siglo XIV por orden papal, conllevó que Ponferrada dejase de depender de la misma en el año 1312.
Por otro lado, durante los siglos XIII y XIV, comienza a crecer y desarrollarse la localidad, ya amurallada, apareciendo tanto intramuros como en los alrededores, campesinos, comerciantes y artesanos, a la sombra del camino, que originó un crecimiento rápido y sostenido. Respecto a la muralla, cabe señalar que fue construida con cuatro puertas de entrada: El Cristo, Paraisín, Las Nieves y Las Eras, asentándose en las afueras de la villa una comunidad judía.
Ya en el siglo XIV, una vez disuelta la Orden del Temple, Ponferrada pasó a depender del linaje de los Castro. En este sentido, en la primera mitad de dicha centuria se recoge a Pedro Fernández de Castro como dueño de la villa y su fortaleza, que en 1343 pasan a manos de su hija, Juana de Castro, que la posee hasta 1374, cuando fallece sin descendencia, circunstancia que propició que Ponferrada pasase a manos de la Corona.
De este modo, a finales del siglo XIV Enrique III otorga Ponferrada al conde de Trastámara y nieto de Alfonso XI, Pedro Enríquez, que contrae matrimonio con Isabel de Castro, mostrando la documentación de inicios del siglo XV que Ponferrada se hallaba bajo el dominio del hijo de ambos, Fadrique Enríquez de Castro.
Sin embargo, las diversas fechorías cometidas por éste (entre las que se hallaba la de apropiarse de los fondos que el concejo de Ponferrada había reunido para reparar las murallas de la villa), tuvieron como consecuencia que el rey Juan II le apresase y confiscase sus propiedades, entre ellas la villa de Ponferrada. No obstante, su esposa, Aldonza de Mendoza, reclamó la localidad en virtud de las arras matrimoniales, lo que tuvo como consecuencia que el rey reconociese a Doña Aldonza como señora de Ponferrada en 1431.
Posteriormente, Aldonza de Mendoza legó Ponferrada a su sobrino, Diego Manrique, si bien en 1440 éste traspasó la villa a su primo, Pedro Álvarez Osorio, que era señor de Cabrera y Ribera de León, y que recibió de manos del rey Enrique IV en 1456 el Condado de Lemos.
Por otro lado, en esta época, en el contexto del conflicto por la sucesión de Enrique IV, estalló la segunda Revuelta Irmandiña que, iniciada en Galicia, se expandió al Bierzo desde su parte occidental en 1467, atacando los irmandiños varias fortalezas leonesas, como Cornatel, Balboa o Sarracín, llegando hasta Ponferrada, donde se refugió buena parte de la nobleza gallega que huía de los irmandiños, y que se atrincheró en la fortaleza ponferradina, que sufrió daños por al ataque de las fuerzas irmandiñas, antes de ser sofocada la revuelta. Tras ésta, en 1469, el conde de Lemos, Pedro Álvarez Osorio, mandó reconstruir y reparar sus castillos que habían sufrido daños.
Posteriormente, tras el fallecimiento en 1483 de Pedro Álvarez Osorio, estalló un cruento conflicto por su sucesión, que enfrentó, por un lado, al bando formado por la segunda mujer del Conde de Lemos, María de Bazán, y su hija Juana Osorio, casada con Luis Pimentel (hijo del conde de Benavente), y por otro lado a Rodrigo de Castro Osorio, nuevo Conde de Lemos. Para solucionar el conflicto, en 1486 los Reyes católicos decidieron actuar, creando el marquesado de Villafranca del Bierzo para Juana y su marido Luis Pimentel, quedando para Rodrigo de Castro Osorio el condado de Lemos, motivo por el cual los monarcas obligaron a éste a entregar el castillo de Ponferrada, que había tomado, que pasó a manos de la Corona. De esta manera, el castillo y la villa de Ponferrada pasaron a ser de realengo nuevamente, hecho que se prolongó hasta el fin del Antiguo Régimen, correspondiendo a los monarcas nombrar corregidor en la villa, siendo don Juan de Torres el primero que detentó este cargo tras la vuelta a la propiedad real.
Por otro lado, cabe destacar que en esta época, con la reducción de ciudades con voto en Cortes a partir de las Cortes de 1425, las localidades del actual municipio de Ponferrada pasaron a estar representadas por León, lo que les hizo formar parte de la provincia de León en la Edad Moderna, encabezando no obstante Ponferrada un partido propio dentro de ésta, que coloquialmente era denominado provincia del Vierzo. Asimismo, debido a la adscripción territorial desde la Alta Edad Media del territorio de Ponferrada al reino leonés, durante toda la Edad Moderna las localidades del municipio formaron parte de la jurisdicción del «Adelantamiento del reino de León».
Más tarde, en la Edad Contemporánea, en 1821 Ponferrada y el resto de localidades del municipio pasaron a formar parte de la provincia de Villafranca,si bien al perder ésta su estatus provincial al finalizar el Trienio Liberal, en la división de 1833 pasaron a estar adscritas a la provincia de León, dentro de la Región Leonesa. Un año después, en 1834, cuando se realizó en España la primera división en partidos judiciales, Ponferrada pasó a encabezar uno de ellos,incorporando al mismo el partido judicial de Villafranca en 1966.
Ya en el siglo XX, cabe destacar que el 4 de septiembre de 1908 el rey Alfonso XIII concedió a Ponferrada el título de ciudad, coincidiendo con el centenario de la coronación de la Virgen de la Encina como patrona de la comarca. Finalmente, el descubrimiento y la explotación de las riquezas minerales, hierro y carbón, en esta época, así como la instalación en 1949 de la central térmica de Endesa, cambiaron definitivamente el carácter de la cuidad, que se ha asentado como el principal núcleo poblacional de la comarca y su centro económico y de servicios.